viernes, 27 de agosto de 2010

Guiados


Se venía de manera culpable cuando se masturbaba, y en realidad no disfrutaba en lo más mínimo, sino cuando colocaba todo el volumen a su notebook para escuchar la Feldeinsamkeit opus 86/2 de Brahms mientras se la chupaba a algún pajarete que no entendía ni lo que estaba sonando en el aire ni los sonidos que emitía su raro amante con el artefacto en la boca.
La lógica del mercado excluía virtualmente que este tipo de gente tuviese un abanico de posibilidades sexuales a su haber, pero a este particular amante de las más extraviadas obras de óperas desgarradoras y viejas piezas de piano le sobraba encanto y le faltaba vergüenza. Sabiendo que a su edad no tenía mucho que hacer en un primer approach frente a los niñatos que bailaban con Lady Gaga, rompía el hielo comprando tragos sin que nadie se lo pidiese, y encendiendo cigarros sin que nadie tuviese uno. Tenía también un sexto sentido para detectar mentiras, y siempre precavido, prácticamente sometía a sus posibles víctimas a un interrogatorio para dilucidar cuando los niñatos estaban sobre el límite que definía el estupro y cuando agregaban primaveras a sus vidas.
Sin gozar de un trabajo soñado, no pasó nunca hambre y consiguió comprar a poco crédito una Toyota 4runner negra del 2009 donde se llevaba a los niñatos a su morada, no sin antes pasar a comprar una cajetilla de Gitanes en algún negocio abierto del barrio alto.
Como la Feldeinsamkeit no le duraba lo suficiente, primero empezaba con la Sinfonía #3 opus 90-1 de Brahms, con el chico ya enrollado en sus sabanas azules de satén. Luego seguía con Les Pecheurs de Perles de Bizet cuando había desnudado ya a su víctima, desde allí avanzaba raudo por la piel de la víctima al son de Fantasie Impromptu hasta quedar satisfecho del olor a desodorantes baratos, sudor seco de baile, y nuevo sudor nervioso, fresco de pleno rubor, hasta hundirlo en un triste, y casi ceremonial Liebestraum, al tiempo en que se acuclillaba en la cama a fumar, observando la mirada ansiosa del niñato de turno, y sabiendo que se aproximaba el fin de los profundos acordes, procedía a succionar el artefacto viril del niñato, sólo porque podía o tal vez sólo porque así lo disfrutaba. No dejaba que lo tocaran, le parecían en extremo tontas las caricias de los nenes. Le concedía el exclusivo poder de acariciar sus fibras a las finas melodías de la Feldeinsamkeit, y acababa gozoso siempre en ella, sin importar la suerte del niñato, que se hiciese una paja si le hacía falta.
La ciudad era grande y él impaciente. Sus pasos no se repetían, y no tenía ninguna explicación propia de porqué tanta insaciabilidad de inexperiencia. ''Es como si una batuta guiara mis movimientos; pretende que lo siga hasta algún grado de perfección que no conozco'', se justificaba. Para ninguna de sus víctimas tuvo mayor sentido tanta fascinación por un tipo que ya había gastado sus mejores cohetes hace tiempo, pero luego de compartir su egoísta cama, no se sacaban de la cabeza los sonidos que producía cuando se llenaba la boca con sus propias carnes, ni las manos que parecían apretar teclas sobre sus cuerpos, ni la manera en que llevaba a cabo los robatos entre los ritmos de las penetraciones difícilmente forzosas. Pero no tenían como saber, más allá de lo que habían aprendido de MTV, que no era culpa del extraño tipo que fumaba mientras follaba con ellos, sino que él era solo un mensajero, un canal conductor entre los inconmensurables mares que guardaban esas melodías aburridas y las emociones que despertaban dentro de ellos mismos, emociones que se rompían violentamente como olas contra roqueríos, al igual que la primera vez que dichas piezas fueron escuchadas y cautivaran a sus incrédulos oyentes.






Ni mi nombre le hubiese confiado yo. Hay mensajeros y hay pacientes mentales. El ensayo y error demuestra que los segundos son mejores para confiar; no te pillan de sorpresa.

2 comentarios:

  1. yo me muero de ganas de tocar una sinfonía con ella, pero me parece que ya no se escriben opus a dos cuerpos.

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  2. "La ciudad era grande, y él impaciente". Hermoso.

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