lunes, 20 de agosto de 2012

Necesidad de escribir

Día cualquiera, un microbús con apenas un par de pasajeros, el sol invernal cayendo sin glamour alguno sobre el asfalto, generando ese sopor propio del espacio de tiempo entre las 3 y las 4 de la tarde.
Yo sentado casi al final del microbús, en los últimos asientos de atrás. Detrás mío un chico sentado escucha reggaeton y bachata en su celular, lleva el pelo lleno de algún producto que lo mantiene en punta y con aspecto de brillo grasoso. Sus aros de fantasía brillan con la luz que entra por las ventanas y sus cejas se adivinan prolijamente recortadas.
Yo escuchando música mientras observo a la gente pasar rápido frente a mi ventana, hasta que de pronto me parece urgente escribir algo en el respaldo del asiento que tengo enfrente, saco un plumón que llevo siempre en mi mochila, y aprovechando que el chofer se detiene en una esquina para que suba una viejita, escribo ABORTO con letras grandes. Lo observo, siento como el chico sentado atrás mío también hace lo mismo. Me demoro varias cuadras más en darme cuenta que no era eso lo que quería escribir, y en la siguiente parada que hace el chofer, ensayo una corrección a la última letra. Ahora se lee ABORTA. Satisfecho, guardo el plumón.
Menos de un minuto se demora el chico que ha observado todo el proceso en tocarme el hombro y pedirme el plumón. Lo miro de reojo, la petición me entretiene. Se lo entrego y luego de un par de minutos me lo devuelve con un agradecimiento seco.
Una parada más y el chico se baja del microbús con prisa. Lo seguí con la mirada, supongo que lo juzgue bastante en mi cabeza. Sin siquiera oponer resistencia a la curiosidad, me cambio de asiento hacia atrás. En el respaldo del asiento donde yo estaba antes se lee TE AMO PAULA. Lo mismo en el asiento donde se sentó el chico, por lo que supongo tuvo que abrir las piernas para escribir grande el nombre de su amada.


Desde la ventana se pueden ver edificios, calles, paredes y fachadas pintadas todas de tonalidades pasteles, blancos o colores "neutros". Homogeneidad estética, campaña de "limpieza", cal por todos lados. Pareciera que en realidad todos quisiéramos decir algo de repente, y no importa que sea, si acaso nos parece válido o no el mensaje, o la forma, pero los espacios públicos exigen a gritos que la gente que transita, que vive en ellos, hagan notar su propia existencia. ¿Qué, si la necesidad de escribir es imperiosa? ¿Qué, si la opción alternativa es la neutralidad opaca? ¿Qué, si pudiésemos ser honestos, con apenas un par de rayas, con nosotros mismos y los demás, inmortalizar un pensamiento, un nombre o un sentimiento en la pared, el piso, el techo? ¿Qué, al fin y al cabo?
Un poco de color, por favor.