sábado, 31 de julio de 2010

Proposiciones a una guerra en curso




Vi la película "Tropa de élite" hace poco. Unos tres días después, todavía me da vueltas por la cabeza. Si este tipo de imágenes son parte de una "legalidad" intrínseca que se despliega en la lucha contra el narcotráfico... pues simplemente no puedo dormir bien. Y tampoco entiendo como diablos lo hacen para dormir el sujeto que aprieta la bolsita de plástico.
Este tema, sobre la lucha contra el narcótrafico, en genérico, la lucha contra la delincuencia, ha llegado para quedarse en mi país. Ya vemos cada vez más carros policiales subiendo y bajando por los cerros en mi pequeña ciudad al culo del mundo. Si bien distamos de la violencia institucionalizada como la que hay en Brasil, perfectamente pueden darse las condiciones para que eso suceda.
Más que luchar de uno u otro lado de la cuestión, si acaso "el único criminal que sirve es el criminal muerto" o si las fuerzas policiales son un montón de fascistas sin cabeza o no, lo que rescato de la película es que me obligó a ver the whole picture: o sea, ninguno de las dos posiciones lleva a una solución. Ya en la película criticaban a los "niños bien" que marchaban por la paz pero compraban marihuana en el mismo mercado narco que provocaba la muerte del sector más pobre de la sociedad. Claramente, hay una hipocresía que yo mismo reconozco que padecía; ¿Como mierda pude ignorar que si les compraba marihuana a un par de estúpidos traficantes apoyaba el monopolio que tiene este mundillo sobre la prohibición más lucrativa que hay, las drogas? Apenas me di cuenta de ello, deje de comprar y durante ya un par de años solamente fumo de la ridícula mata de un amigo y de otro tipo que ocasionalmente regala pero no vende. Visto en retrospectiva, comprar apenas un pito no constituye absolutamente nada comparado con la pasta, la coca de mala calidad y demases mezclas que les daban poder a los dealers en la ciudad donde antes vivía, pero mi conciencia es una mula ebria que patea muy fuerte.
Ahora bien, volviendo hacia la lucha contra la delincuencia, hay que tomar en cuenta este "Estado dentro del Estado" que levantan los narcos en varios países de Latinoamérica. A mi parecer, la solución se evidencia a través de la historia. Al Capone, el famoso mafioso, hizo su imperio a raíz de la prohibición del alcohol en el siglo pasado. Ya que estaba prohibido vender alcohol, las mafias se hicieron del monopolio de su venta en las sombras, alcanzando un poder adquisitivo tal que movían armas de guerra, sicarios y se deshacían de cualquiera que se interpusiere entre sus planes (mismo modelo que los carteles de México y los narcos de las favelas tienen hoy en día). De pronto la sociedad admitió que no podía vivir sin alcohol, y se legalizó. Consecuencia: las mafias perdieron el monopolio y tuvieron que pasar a nuevas prohibiciones que en ese tiempo seguían siendo monopolio ilegal, como la prostitución. Lección histórica: La sociedad supera una barrera moral de prohibición a través de la legislación y se les quita poder a quienes lucran con dicha prohibición. Si los narcos hoy en día son capaces de hacerle frente a la policía, y esta, con toda su brutal represión del mundo no pueden erradicarla, es porque la ley no les ha quitado poder. La solución a todas luces, es admitir que el hombre, desde siempre, ha buscado salidas a la realidad a través de las drogas, y la lucha contra estas no funciona a nivel social, sino que desde el libre albedrío personal. Luego, la legalización y regularización del comercio de las mismas les resta el poder del monopolio que tienen los narcos, que a su vez envician gente, que a su vez se vuelven delicuentes para poder seguir en sus miserables vicios. Ejemplo histórico de la efectividad de esta medida: HOLANDA. Allá el tema ya no es la droga y los carteles que matan decenas de personas, sino que el mercado negro se traspasó hacia otras prohibiciones de la sociedad, como el tráfico de órganos. Pero nosotros, tristes y gloriosos latinos, a nuestra realidad.
Lo que necesitamos para desestabilizar el poder de quienes lucran con ello, es legalizar la droga (paulatinamente, no todas de un golpe) y superar esas mojigatas barras morales que indirectamente fomentan una guerra inacabable donde veremos más de una vez escenas como estas:




sábado, 10 de julio de 2010

Evaluación media


La conclusión es, irónicamente, lo primero que se me viene a la cabeza: debo irme luego de este lugar.


Es fácil concluir eso, cuando te das cuenta de que en el club, en la disco, en el chat, en el bar, todos se conocen y ya se han follado con anterioridad. Esperan, como tiburones, a los primerizos aspirantes a maricones, cada año más niñatos, que rápidamente caen en sus redes, que caen en sus identidades ocultas tras esos nicks estúpidos y manoseados tantas veces, de tantas formas, los follan toda la cúpula sedienta de sudor fresco de los viejos zorros, y los vuelven más figuras vacías, dando vueltas y vueltas en el interminable círculo local de sexo repetitivo, conversaciones-tipo, y el sida acariciando las curvaturas veleidosas de sus condones baratos.
Al final, toda la puta vida sigue igual de puta, pero menos interesante.
Cada vez que transito los cuartos oscuros y sus eternos acechantes, en esos momentos de humo, miradas de reojo y las viejas caras cansinas, me convenzo más de que apenas me quedan mis zapatillas veloces y mi respuesta estándar para sus preguntas estándar: "Jódete solo".
Y la conclusión del semestre es exportar esas zapatillas y esa respuesta a otros aires, otras calles y otras camas, para seguir infectando un poquito la mente del nocturno soldado underground.