lunes, 31 de mayo de 2010

Adiosito

En la radio sonaba “Garota de Ipanema”. Las luces de los postes pasaban consecutivamente, un poco más lento en las esquinas. El conductor conducía en silencio. Quizás estaba disfrutando la canción.
- ¿Sabe si hay partido mañana?
- No, el domingo.
Yo tenía la idea de que los taxistas, al igual que los peluqueros, tenían el casi deber de conversar con el cliente, lo quiera este o no.
- ¿No se supone que los taxistas hablan de la vida con sus clientes?
Hubo una pausa incómoda. Me iba de la ciudad, por eso no me importo ser impertinente. Parece que él lo meditó antes de contestar.
- Nosotros escuchamos, lo queramos o no, las confesiones que la gente hace a veces.
Parece que lo había entendido todo mal. El vuelo salía en 20 minutos, y no iba a volver a esa ciudad en al menos cuatro años.
- Soy seropositivo.

La mujer que cantaba la canción en la radio repetía “é a coisa mais linda que eu ja vi passa”.
- Mi hijo también.
No quise sacar conclusiones apresuradas. Hoy, todavía no lo hago. Esta peste está en todas partes. Me quede en silencio, hasta que llegamos a la entrada del aeropuerto. Había pagado apenas me subí.
- Déjeme aquí por favor.
- Bueno.
Llevaba esa noche solamente mi maleta de mano, con un par de mudas, un montón de libros, y dinero de sobra. El viaje en avión era lo único que me separaba del resto de mi vida, dentro de maletas gigantescas, en la casa donde me esperaban.
- Muchas gracias.
- A usted.
Cuando abrí la puerta, la radio tocaba “Como la cigarra”. Lástima que debía bajarme. La noche me saludó, con el viento fresco que llegaba a mi cara.
Cerré la puerta del auto, y advertí que el chofer me miraba por el espejo retrovisor de la puerta. Luego se fue. Y yo también hice lo mismo. Todos los días un poco más, desde aquel portazo.

martes, 25 de mayo de 2010

Declaración


No quiero ser una oveja trasquilada.

Es lo primero que debe quedar claro.

Esto es un gran y sucesivo adiós al resto del rebaño.

O quizás no.

Quizás encontrase a otras ovejas sin trasquilar.

Más ovejas que no quieren que les digan que es

lo mas conveniente para ellas.

Más ovejas que no le temen a hacerse daño

con las espinas.

Más ovejas sin tanto miedo a cagarla.

Más ovejas que le temen más al dudoso pastor

antes que a los evidentes lobos.

Más ovejas siendo tales como son.

Ovejas que existan para sí mismas,

no para satisfacer a pastores inescrupulosos,

para no escandalizar al rebaño trasquilado,

para ser material de otro asado.

Me voy a pastar por otros campos.

Que se jodan los asados.